
Érase una vez en la peculiar ciudad de Asunciónpolis, donde las suposiciones corrían desenfrenadas como caballos salvajes, el gobernador Ignacio reinó supremo. Con su personalidad carismática y su habilidad para asumir, dirigió su ciudad con la máxima confianza.
Pero entre bastidores, los cortesanos y asesores, que eran responsables de dar forma al proceso de gobierno, tenían sus propias suposiciones. Asumieron que la gente de Asunciónpolis estaba contenta y satisfecha, sin siquiera molestarse en confirmarlo. Después de todo, ¿por qué cuestionar las suposiciones cuando todo parece estar funcionando sin problemas?
En una de sus importantes reuniones, el asesor A informó con confianza al gobernador: “¡Mi señor, los Assumptionpolitans están absolutamente encantados con tu reinado! ¡No podrían estar más felices!” Ignacio irradiaba con orgullo, creyendo que su marco y diseño de procesos eran impecables.
Los asesores, que crearon el marco, asumieron que todos habían leído y entendido sus instrucciones. Poco sabían que las instrucciones habían sido malinterpretadas por uno, dos o algún grupo clave de Assumptionpolitans. Asumieron que eventualmente se corregiría, ya que la instrucción era muy clara a sus ojos.

Pero a medida que se acumulaban los malentendidos y aumentaban las tensiones, el asesor C tuvo una idea. “¿Qué tal tener una sesión para asegurarse de que todos hayan leído y comprendido las instrucciones?” sugirió. Pero el asesor B se borló de la idea, proclamando que todos los Assumptionpolitans conocían las instrucciones de memoria. Creían firmemente que no había necesidad de gestión del cambio o de suposiciones de doble verificación.
La vida en Asunciónpolis fue un baile caprichoso de imaginación y especulación. La gente se deleitaba con la construcción de historias elaboradas, llenando los vacíos con sus propias interpretaciones. Los debates se encenderían, cada persona defendiendo apasionadamente sus suposiciones como si fueran verdades innegables.
Pero vivir en una sociedad alimentada por suposiciones tenía sus desventajas. Los malentendidos eran algo cotidiano, ya que las personas malinterpretaban las acciones e intenciones de los demás. Sin embargo, a pesar del caos, el gobernador Ignacio continuó guiando a la ciudad con sus suposiciones. Algunos tuvieron éxito, mientras que otros tuvieron consecuencias imprevistas.

Reflexionando sobre la historia de Asunciónpolis, uno no puede evitar reflexionar sobre la importancia de la claridad y la comunicación. Las suposiciones pueden ser un juego peligroso, que conduce a confusión y malentendidos. Tal vez sea hora de que la gente de Asunciónpolis adopte una nueva mentalidad, una que valore los hechos por encima de las suposiciones.
¡Eso requerirá un gran cambio! En lugar de asumir hacer preguntas, ni una sola pregunta es estúpida, si eso te llevará a un resultado mejor y más preciso, en lugar de pensar que sabes, valida tu conocimiento, puede que te sorprenda cuántas veces obtendrás más claridad, lo que terminará en una estrategia y un logro.
¡El problema de hacer suposiciones es que creemos que son la verdad! Por lo tanto, si no tienes cuidado, puedes distorsionar tu percepción de la realidad, lo que puede llevar a decisiones irracionales. Tanto en nuestras interacciones personales como en el trabajo, las suposiciones contribuyen de manera importante a la falta de comunicación. Como Albert Einstein
“Se hacen suposiciones y la mayoría de las suposiciones son erróneas”.

Después de todo, en un mundo donde las suposiciones son la norma, una pequeña dosis de realidad podría ayudar a remodelar y hacer que la eficacia reine en Asunciónpolis, tal vez, ¿por qué no cambian su nombre a Effectipolis de la ciudad de la Eficacia?
Puede que te preguntes de dónde viene esto. Este es el producto de las historias que escuché aquí y allá, en cenas, almuerzos, eventos como los de InterNations, MeetUp y otros…
Desde que comencé mi viaje de escritura, me convertí en un experto en escucha activa y empatía. Hago más preguntas sobre las historias que escucho y muestro curiosidad, me he unido a grupos de personas diversas con diferentes orígenes, como la Biblioteca Humana, Encuentros y otros.
Me gusta aprender y obtener más ideas para inspirar a otros que me inspiran a ser el escritor de People for the People.
Si lees esta historia con cuidado, tal vez te inspires para escuchar más y actuar en consecuencia.
Como dice el viejo refrán, “la suposición es la madre de todo error”
¡Te deseo un hermoso fin de semana por delante!
